¿QUE ES ?
Se entiende el delito de forzar a tener relaciones sexuales con otra persona sin su consentimiento empleando violencia en la acción, o amenaza de usarla.
Muchos juristas consideran la violación como uno de los delitos más graves, sólo por detrás del asesinato o la mutilación, porque el asesinato, en todos los casos, y la mutilación, en muchos, son irrecuperables, y la violación es muy difícil de recuperar psicológicamente, pero no se considera forzosamente imposible en todos los casos. Cuando se considera que la recuperación psicológica es muy difícil o prácticamente imposible, como cuando sucede en la infancia de la víctima, se juzga que el delito es más grave.
Por ser considerado como uno de los peores delitos, no es raro que la pena sea la misma o muy semejante a la del homicidio.
De acuerdo con la mayoría de los estimativos, el 80 al 90% de las violaciones no son denunciadas a la policía. Las tendencias actuales proyectan que 1 de cada 3 mujeres estadounidenses será agredida sexualmente en algún momento de su vida.
La víctima típica de la violación es una mujer de 16 a 24 años de edad; sin embargo, cualquiera, hombre o mujer, adulto o niño, puede ser víctima de una violación. Con más frecuencia, el violador es un hombre de 25 a 44 años de edad que premedita su ataque. Por lo general, selecciona una mujer de la misma raza y casi en la mitad de las ocasiones la víctima conoce al violador, al menos casualmente, por trabajar o vivir cerca de él. El alcohol está implicado en más de 1 de cada 3 violaciones.
La violación en una cita ocurre cuando alguien obliga a otra persona con la que tiene un encuentro o con la que pasa el tiempo a tener sexo.
Más del 50% de las violaciones sucede en la casa de la víctima cuando el violador irrumpe o logra entrar con falsos pretextos, como pedir el teléfono o haciéndose pasar por el encargado del mantenimiento o un vendedor.
La violación es un acto violento y con mayor frecuencia lo comete un hombre sobre una mujer, aunque se han denunciado algunos casos en los que una mujer ha violado a un hombre. La violación también puede ocurrir entre miembros del mismo sexo, lo cual es más frecuente en lugares donde hay acceso limitado a personas del sexo opuesto (como prisiones, instalaciones militares y escuelas no mixtas).
La violación es un acto de violencia expresado a través del sexo, pero en su mayoría no es acerca del sexo.
Se cree que aquellas personas que enfrentan alguna forma de discriminación están en mayor riesgo de ataques sexuales. Por ejemplo, las personas con discapacidad o limitación del lenguaje tienen menos capacidad de solicitar ayuda; las prostitutas o los prisioneros convictos tienen menos credibilidad.
La violación es un acto de violencia expresado a través del sexo, pero en su mayoría no es acerca del sexo.
Se cree que aquellas personas que enfrentan alguna forma de discriminación están en mayor riesgo de ataques sexuales. Por ejemplo, las personas con discapacidad o limitación del lenguaje tienen menos capacidad de solicitar ayuda; las prostitutas o los prisioneros convictos tienen menos credibilidad.
PROCESO PARA RECONOCER UNA VIOLACIÓN
En la actualidad, las denuncias avanzan gracias a la lucidez de las víctimas, muchas de las cuales recurren a las comisarías y testimonian lo ocurrido más allá del temor que aún conduce a desconfiar de los uniformados que habrán de recibirla. Sin embargo, algunas modalidades han comenzado a cambiar en ese territorio, merced al sostenido esfuerzo de los profesionales que asumen la necesidad de un cambio imprescindible acerca de lo que significa violar y cuál es el trato que una víctima necesita. Cambio que es preciso instalar en diversas áreas, aun en las impensadas.
Para ilustrar estas áreas en las que la modificación de los pensamientos es tardía recuerdo la respuesta que dio un juez penal ante mi reclamo: "Si lomando a la cárcel lo primero que hacen sus compañeros es violarlo, porque ésa es la ley de los pabellones: violar al violador, porque se lo considera un delincuente de segunda clase. Como yo sé qué le va a suceder...".
Conmovedora preocupación de Su Señoría apuntando a la integridad sexual del violador. Interés patriótico por la defensa de los derechos del victimario.
Esta argumentación persiste enmascarada en otros procedimientos que en oportunidades demoran judicialmente el éxito de la denuncia.
Por ejemplo, para disminuir la responsabilidad del violador: "La chica, ¿era virgen o ya había tenido experiencias sexuales?", como si la diferencia aminorase el abuso de poder que toda violación define.
No alcanza con denunciar, es preciso mantener la denuncia contra todo procedimiento que, en busca de equidad jurídica, conduzca a silenciar o postergar la investigación del episodio. Si no se procede de este modo, los violadores -que como sabemos suelen ser reincidentes- comprobarán la eficacia de su impunidad, máxime en un país donde todavía se discute si el denominado "sexo oral" -cuyo correcto nombre latino es fellatio, felación- constituye violación.
Considerar que felación obligada no es violación implica una notoria ideologización de las funciones corporales. La omisión de la boca como zona erógena temprana, descripta por las corrientes psicoanalíticas y culturalmente asumida como tal, es un conocimiento que no forma parte del diseño de la violación como ataque a la integridad sexual del sujeto.
Se supone que sólo ano y vagina -asociados con las prácticas sexuales- constituyen orificios que pueden ser violentados por la imposición del avance peneano. Se ignora aquello que se entiende actualmente por sexualidad y por sexo, instancias que ya no se definen exclusivamente por su soporte corporal. Aun si pensáramos según los orificios del cuerpo como sustento anatómico, la penetración del pene en la boca de la víctima bajo amenaza de muerte o de golpes, nos pondría frente a una evidencia insoslayable al comparar orificios violentados; evidencia que surge al reconocer que la boca es la zona de emisión de las palabras, es decir, el ámbito del lenguaje vocal, el orificio que, compartido con las especies animales, se diferencia de ellas merced a su función parlante. A la que recurrimos cuando se trata de simbolizar mediante el lenguaje, o sea, cuando somos menos animales.
La felación constituye una violencia sexual proporcionada por quien es físicamente más fuerte o está armado o dispone de un poder inapelable, y viola la identidad humana de la víctima, viola un segmento fundamental en el proceso de humanización, aquel que constituye el recinto de las palabras.
Si a dicha violencia extrema se añade la emisión espermática del delincuente -culminación parcial de su ejercicio de poder- la mucosa de la cavidad bucal de la víctima se impregna con un contenido inundante que garantiza la condición de violada, dado que la fellatio, en el canon de la violación, incluye ese final y no sólo la intempestiva penetración.
Desconocer el "sexo oral" como paradigma de una violación puede asociarse con quienes buscan, sistemáticamente, la culpa de las víctimas en el delito, cuando ella es una mujer. Se recurre a una negación "eficiente": la mujer pronuncia las palabras mentirosas destinadas a perjudicar a ese hombre. O sea, la boca constituye -en las mujeres- una zona descalificada por definición. Imponerle una fellatio recrea en ella un orificio que debe ser útil para aquello que no sea hablar. Luego, no puede considerarse agravio a la integridad sexual, puesto que en primer término y según algunos criterios jurídicos, la boca no forma parte de "lo sexual" del sujeto y, en segundo término, si se trata de la boca de una mujer no olvidemos que ella, en el Paraíso, la utilizó para comer el fruto prohibido, o sea para pecar.
Si una mujer recurre a la denuncia, como es su derecho y su responsabilidad como ciudadana, exigiéndole al Estado que localice al violador, tendrá que remitirse a una violación prolijamente clasificada en el meridiano corporal que corresponda. De lo contrario, esta mujer violada no habrá padecido violación porque la selección legal de los orificios de su cuerpo solamente legitima dos alternativas.
Toda legitimación conduce a la creación de una norma, tal como Weber lo planteara, si bien corresponde distinguir entre la perspectiva de quien observa -los juristas- y los actores -las víctimas- es decir, entre la creación de normas y la descripción de los hechos, a cargo de las personas violadas.
Cuando nos encontramos ante mecanismos normativos se transparenta el mundo de valores culturalmente reconocidos por parte de quienes legitiman, es decir, desembocan en la redacción de leyes, ajenas a la descripción de quienes han sido vulneradas en su integridad sexual.
Ese mundo de valores legitimados -el privilegiado por la ley que no considera violación a la fellatio- es el que conduce a sospechar de las víctimas, va a limitar la búsqueda de los violadores y a renegar de la integridad sexual que compromete la totalidad del cuerpo del sujeto.
Cualquiera sea la índole de la violación, la consigna es denunciar. Acumulando denuncias y descripciones del delincuente es como se llega a detenerlos, ya que repiten sus procedimientos, habitualmente dentro del mismo barrio. Pero habrá que recordar que si el cuerpo ha sido violado por felación, o sea silenciando el grito, por ahora los violadores no son tales, sino deportistas del abuso.
Ese mundo de valores legitimados -el privilegiado por la ley que no considera violación a la fellatio- es el que conduce a sospechar de las víctimas, va a limitar la búsqueda de los violadores y a renegar de la integridad sexual que compromete la totalidad del cuerpo del sujeto.
Cualquiera sea la índole de la violación, la consigna es denunciar. Acumulando denuncias y descripciones del delincuente es como se llega a detenerlos, ya que repiten sus procedimientos, habitualmente dentro del mismo barrio. Pero habrá que recordar que si el cuerpo ha sido violado por felación, o sea silenciando el grito, por ahora los violadores no son tales, sino deportistas del abuso.
Exploración médica de la víctima.
Aunque la legislación penal y la jurisprudencia del Tribunal Supremo contemplan la declaración de una mujer violada como prueba de cargo determinante contra el acusado, no es menos cierto el reconocimiento constitucional a la presunción de inocencia de cualquier detenido. Es por ello necesaria la exploración médica de toda mujer violada en una clínica forense; jamás en un centro ginecológico. La denuncia irá acompañada de un retrato robot del sospechoso. Idéntica recomendación se ha de hacer en los casos de niños y hombres violados.
La exploración médica se hará a continuación de la inspección de la ropa y objetos de la víctima. Ni la mujer ni sus pertenencias deben lavarse en tanto y cuanto no hayan sido examinadas.
Signos generales de las lesiones:
1. Desgarros en la vulva, vagina, ano, recto, cuero cabelludo y periné.
2. Hematomas en el pubis, cara interna de los muslos, rostro, abdomen, rodillas y piernas.
3. Excoriaciones y mordeduras en la cara, cuello, tórax, mamas y pezones.
4. Restos de piel, cabello y ropa del violador entre las uñas de la víctima.
Exploraciones médicas según el tipo de violación:
I - Violaciones por la vagina
La exploración o inspección ocular de la víctima de un delito de violación sexual se ha de llevar a cabo en cuatro etapas, cada una de las cuales se corresponde con una posición corporal de aquélla.
a) Posición decúbito supino.
El facultativo inspeccionará el cuerpo de la mujer, tendida sobre una sábana blanca, para descubrir mordeduras, contusiones y otros signos de violencia. Con un cepillo buscará entre el vello pubiano de la denunciante por si encontrara pelos del violador.
b) Posición decúbito prono.
Mientras la mujer permanece boca abajo, el médico recorrerá toda la piel por si hallara cualquier señal.
c) Posición de pie.
También en esta posición, la mujer violada ha de ser examinada con detenimiento.
d) Posición ginecológica.
Con un foco, el médico forense observará la vagina por si hubieran síntomas de inflamación, enrojecimiento o restos sangre. A continuación, palpará externamente los tejidos sexuales de la mujer para comprobar su dolor al tacto. En el caso de hallarse el facultativo ante una desfloración reciente, observará el himen inflamado y enrojecido, parcialmente desgarrado y sin adherencia en los bordes de la pared vaginal.
Inmediatamente después, el médico, con la mano enguantada, tratará de introducir el dedo meñique en la vagina. Seguidamente, con un hisopo de algodón unido a un mango, se recogerá una muestra de las secreciones vaginales para analizarlas en el laboratorio y descubrir restos de espermatozoides y su movilidad, síntoma inequívoco de la hora aproximada de la violación. La segunda muestra de las secreciones vaginales servirán para la investigación del DNA del sospechoso. Es conveniente tomar dos muestras de semen. También es aconsejable realizar un lavado de la cavidad violada (vagina, boca o ano) con 10 mililitros de suero fisiológico esterilizado para garantizar en su grado máximo la recogida de los posibles restos de semen. El tubo donde se conserve la muestra ha de mantenerse entre 4 y 8 grados de temperatura.
Durante siete días, la denunciante será sometida a una prueba del embarazo a partir de las veinticuatro horas de la violación, así como a las pruebas de la hepatitis B y del SIDA.
II - Violaciones por el ano
El examen médico será muy parecido en las tres etapas primeras fases de la violación vaginal. En cuanto a la inspección del esfínter anal, el médico tendrá en cuenta cualquier inflamación, hemorragia o desgarro. Asimismo, intentará medir la dilatación del esfínter, muy dilatado en caso de prácticas homosexuales y poco dilatado en el supuesto de un estreñimiento crónico.
Es importante examinar a este tipo de víctima a través de radios X para descartar la presencia de cualquier cuerpo extraño en el recto.
III - Violaciones por la boca
Es muy difícil de probar, salvo si ocurre la detención inmediata del agresor, a quien, con una lupa y buena luz, el médico forense inspeccionará el pene en busca de restos de carmín o sarro de la mujer violada, así como olor a chicle, pasta dentífrica, desodorante bucal o mordeduras (provocadas por la víctima).
Durante siete días, la denunciante será sometida a una prueba del embarazo a partir de las veinticuatro horas de la violación, así como a las pruebas de la hepatitis B y del SIDA.
II - Violaciones por el ano
El examen médico será muy parecido en las tres etapas primeras fases de la violación vaginal. En cuanto a la inspección del esfínter anal, el médico tendrá en cuenta cualquier inflamación, hemorragia o desgarro. Asimismo, intentará medir la dilatación del esfínter, muy dilatado en caso de prácticas homosexuales y poco dilatado en el supuesto de un estreñimiento crónico.
Es importante examinar a este tipo de víctima a través de radios X para descartar la presencia de cualquier cuerpo extraño en el recto.
III - Violaciones por la boca
Es muy difícil de probar, salvo si ocurre la detención inmediata del agresor, a quien, con una lupa y buena luz, el médico forense inspeccionará el pene en busca de restos de carmín o sarro de la mujer violada, así como olor a chicle, pasta dentífrica, desodorante bucal o mordeduras (provocadas por la víctima).
INVESTIGACIÓN DE OTRAS CIRCUNSTANCIAS
I. Examen de la ropa del violador y de la víctima (para buscar huellas de semen, sangre o saliva).
II. Retrato robot del agresor.
Tras comparecer en la clínica forense, la víctima habrá de ayudar al Gabinete de Fotografía del Cuerpo Nacional de Policía o de la Guardia Civil a dibujar el retrato aproximado del sospecho. Son imprescindibles los siguientes datos:
· Talla y peso aproximados.
· Corpulencia.
· Tatuajes y cicatrices.
· Color del cabello, tez y ojos.
· Modo y deje al hablar.
· Forma de gesticular y caminar.
· Clase de personalidad (nervioso, sádico, perturbado).
· Tamaño del pene.
· Aspecto (aseo corporal e indumentaria).
III. Elaboración de hipótesis.
Aunque en la comisión de un delito de violación sexual también puede darse el factor vengativo (ex marido despechado, compañero de celda de un preso, etcétera), generalmente, las hipótesis policiales se orientarán hacia los maníacos fichados como tales, quienes serán sometidos a una rueda de reconocimiento por parte de la víctima, en las condiciones prescritas en la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
IV. Inspección del escenario y control de sospechosos
Cuando las circunstancias lo permitan, tanto el reconocimiento del escenario de la violación como las pesquisas sobre los sospechosos se llevarán a cabo de forma parecida a la practicada en la investigación de homicidios.
Violadores:
Perfil del violador:
No es fácil encasillar en un esquema a un violador, pero partiendo que es un violador ya se le debe considerar un enfermo mental.
El violador por lo general ha tenido padres o tutores muy opresivos y coartantes en el tema sexual, así mismo el sujeto se ha visto expuesto a enseñanzas que desvirtúan completamente el acto sexual internalizando en su holística a la víctima como un objeto sobre el cual puede descargar sus represiones y liberarse en cierto modo de su Yo reprimido sexualmente. Asimismo el violador tiene dificultades para conquistar por medios habituales a sus víctimas pues les aterroriza el rechazo del sexo opuesto o de su mismo sexo.
Un violador bien puede ser un hombre o mujer normal pero que bajo ciertas condiciones pueden manifestar esta desviación de su conducta cuando ven la oportunidad e indefensión del objeto en que han fijado sus deseos más primitivos.
Caracteristicas de la conducta Delictiva Sexual.
Un delito sexual es un acto que atenta contra las costumbres sexuales de la sociedad en la que el individuo vive, ofende principalmente porque genera ansiedad entre los miembros de esa sociedad.
Diversos autores a lo largo del tiempo, han enumerado los delitos sexuales de acuerdo con las
normas sociales bajo las que se regían; por lo cual, se puede encontrar que en el año 1963, Bromberg enlistara entre estos la actividad homosexual o que en 1973, Karpman describiera a la sodomía como una perversión sexual.
Para comprender la patología, se deben tener algunos datos acerca de la vida del delincuente; su historia muestra desintegración familiar, falta de supervisión y carecía de afecto y cuidados, rodeados durante la infancia de condiciones muy poco favorables. Estas dan lugar a características sádicas y dominantes. Muestran gran inseguridad, lo que hace que su comportamiento sea tímido, retraído, inhibido, esto genera fallas en la comunicación interpersonal y desconfianza.
Su pensamiento es de tipo obsesivo con contenidos sexuales y tiende a ser ilógico ya que tiene una personalidad inmadura y conflictiva. Su afectividad posee un grave trastorno que parte de su conflictiva sexual, es dependiente, de baja autoestima y la angustia que proyecta está manifestada por la necesidad de controlar sus impulsos sexuales y no poder hacerlo. Presenta alteración de la consciencia y niega sus conflictos y comportamiento asociales y agresivos. Por lo general disminuye su culpa atribuyendo el ataque sexual a su víctima. Su atención y percepción están fuertemente influidas por el contenido sexual de su problemática.
Este comportamiento delictivo está asociado a parafilias, las cuales se caracterizan por impulsos sexuales intensos y recurrentes, fantasías o comportamientos que implican objetos, actividades o situaciones poco habituales. Estos trastornos producen malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
La tipificación de las mismas está determinada por las características del centro de interés parafílico.
Una de ellas es el sadismo sexual, el cual implica actos reales, no simulados, en los que el sufrimiento físico o psicológico (incluyendo la humillación) de la víctima es sexualmente excitante.
Algunos individuos con este trastorno se encuentran alterados por sus fantasías sádicas, las cuales evocan durante la actividad sexual, pero sin llevarlas a cabo; en estos casos las fantasías sádicas consisten normalmente en tener un completo control sobre la víctima, que se encuentra aterrorizada por la anticipación del acto sádico. Otros individuos satisfacen las necesidades sexuales sádicas con una pareja que consiente (que puede ser masoquista sexual) sufrir el dolor o la humillación. Otro tipo de individuos con sadismo sexual llevan a cabo sus necesidades sexuales con víctimas que no consienten. En todos los casos es el sufrimiento de la víctima lo que produce la excitación sexual.
Los psiquiatras suelen considerar que la violación va unida a un trastorno de la personalidad, lo que no quiere decir, en modo alguno, que la persona no sea responsable de sus actos. No es nada frecuente que los psiquiatras declaren a la persona irresponsable.
Tras comparecer en la clínica forense, la víctima habrá de ayudar al Gabinete de Fotografía del Cuerpo Nacional de Policía o de la Guardia Civil a dibujar el retrato aproximado del sospecho. Son imprescindibles los siguientes datos:
· Talla y peso aproximados.
· Corpulencia.
· Tatuajes y cicatrices.
· Color del cabello, tez y ojos.
· Modo y deje al hablar.
· Forma de gesticular y caminar.
· Clase de personalidad (nervioso, sádico, perturbado).
· Tamaño del pene.
· Aspecto (aseo corporal e indumentaria).
III. Elaboración de hipótesis.
Aunque en la comisión de un delito de violación sexual también puede darse el factor vengativo (ex marido despechado, compañero de celda de un preso, etcétera), generalmente, las hipótesis policiales se orientarán hacia los maníacos fichados como tales, quienes serán sometidos a una rueda de reconocimiento por parte de la víctima, en las condiciones prescritas en la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
IV. Inspección del escenario y control de sospechosos
Cuando las circunstancias lo permitan, tanto el reconocimiento del escenario de la violación como las pesquisas sobre los sospechosos se llevarán a cabo de forma parecida a la practicada en la investigación de homicidios.
Violadores:
Perfil del violador:
No es fácil encasillar en un esquema a un violador, pero partiendo que es un violador ya se le debe considerar un enfermo mental.
El violador por lo general ha tenido padres o tutores muy opresivos y coartantes en el tema sexual, así mismo el sujeto se ha visto expuesto a enseñanzas que desvirtúan completamente el acto sexual internalizando en su holística a la víctima como un objeto sobre el cual puede descargar sus represiones y liberarse en cierto modo de su Yo reprimido sexualmente. Asimismo el violador tiene dificultades para conquistar por medios habituales a sus víctimas pues les aterroriza el rechazo del sexo opuesto o de su mismo sexo.
Un violador bien puede ser un hombre o mujer normal pero que bajo ciertas condiciones pueden manifestar esta desviación de su conducta cuando ven la oportunidad e indefensión del objeto en que han fijado sus deseos más primitivos.
Caracteristicas de la conducta Delictiva Sexual.
Un delito sexual es un acto que atenta contra las costumbres sexuales de la sociedad en la que el individuo vive, ofende principalmente porque genera ansiedad entre los miembros de esa sociedad.
Diversos autores a lo largo del tiempo, han enumerado los delitos sexuales de acuerdo con las
normas sociales bajo las que se regían; por lo cual, se puede encontrar que en el año 1963, Bromberg enlistara entre estos la actividad homosexual o que en 1973, Karpman describiera a la sodomía como una perversión sexual.
Para comprender la patología, se deben tener algunos datos acerca de la vida del delincuente; su historia muestra desintegración familiar, falta de supervisión y carecía de afecto y cuidados, rodeados durante la infancia de condiciones muy poco favorables. Estas dan lugar a características sádicas y dominantes. Muestran gran inseguridad, lo que hace que su comportamiento sea tímido, retraído, inhibido, esto genera fallas en la comunicación interpersonal y desconfianza.
Su pensamiento es de tipo obsesivo con contenidos sexuales y tiende a ser ilógico ya que tiene una personalidad inmadura y conflictiva. Su afectividad posee un grave trastorno que parte de su conflictiva sexual, es dependiente, de baja autoestima y la angustia que proyecta está manifestada por la necesidad de controlar sus impulsos sexuales y no poder hacerlo. Presenta alteración de la consciencia y niega sus conflictos y comportamiento asociales y agresivos. Por lo general disminuye su culpa atribuyendo el ataque sexual a su víctima. Su atención y percepción están fuertemente influidas por el contenido sexual de su problemática.
Este comportamiento delictivo está asociado a parafilias, las cuales se caracterizan por impulsos sexuales intensos y recurrentes, fantasías o comportamientos que implican objetos, actividades o situaciones poco habituales. Estos trastornos producen malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
La tipificación de las mismas está determinada por las características del centro de interés parafílico.
Una de ellas es el sadismo sexual, el cual implica actos reales, no simulados, en los que el sufrimiento físico o psicológico (incluyendo la humillación) de la víctima es sexualmente excitante.
Algunos individuos con este trastorno se encuentran alterados por sus fantasías sádicas, las cuales evocan durante la actividad sexual, pero sin llevarlas a cabo; en estos casos las fantasías sádicas consisten normalmente en tener un completo control sobre la víctima, que se encuentra aterrorizada por la anticipación del acto sádico. Otros individuos satisfacen las necesidades sexuales sádicas con una pareja que consiente (que puede ser masoquista sexual) sufrir el dolor o la humillación. Otro tipo de individuos con sadismo sexual llevan a cabo sus necesidades sexuales con víctimas que no consienten. En todos los casos es el sufrimiento de la víctima lo que produce la excitación sexual.
Los psiquiatras suelen considerar que la violación va unida a un trastorno de la personalidad, lo que no quiere decir, en modo alguno, que la persona no sea responsable de sus actos. No es nada frecuente que los psiquiatras declaren a la persona irresponsable.
Tipos de violadores:
· violador por desplazamiento:
Utiliza la agresión sexual contra sus víctimas como manifestación de odio respecto a la madre, a quien no pudo seducir. Tiene dificultad para comunicarse con las mujeres.
· violador por compensación:
Su conducta obedece a una incapacidad para satisfacer la libido por cauces normales. Es débil de carácter, bastante inmaduro, como casi todos los violadores patológicos (no confundir con el violador ocasional por excitación alcohólica o ajuste de cuentas).
· Violador narcisista:
Es presa de una sexopatía de origen mental. Es ególatra, un enamorado de sí mismo. El acto sexual representa la sublimación del YO mientras humilla a la víctima. Es un sujeto frustrado.
· Violador por disfusión:
Se trata de un sádico, cuyo climax aumenta en función del terror provocado. Es un delincuente muy peligroso y un enfermo irrecuperable. En el catálogo de martirios preferidos destacan los navajazos en el bajo vientre, la fractura a puñetazos de la boca, la penetración con un objeto inorgánico, la extirpación de los pezones con tenazas o alicates, la quemadura del órgano genital con ácido. Las películas y narraciones sobre ataques sexuales acrecientan su estímulo erótico, mayor cuanto más crueldad sea escenificada. Un aspecto nunca tenido en cuenta por los responsables del cine y la televisión
· violador impulsivo.
No planifica la violación porque es un sujeto carente de freno emocional. Aprovecha las ocasiones tal como se presentan. Responde al prototipo de "aquí la pillo, aquí la mato". Es un trastornado o un tímido, según sea mayor o menor la intensidad del impulso.
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